Para realizar las publicidades de las empresas o marcas, habitualmente interviene un gran número de personas que cuidan cada detalle para que todo salga bien. Se siguen muchos pasos, y el mismo proyecto pasa por muchas manos, que con mucho esfuerzo, suelen conseguir unos resultados profesionales de gran calidad. Cada paso que se da, cada decisión, forma parte de un plan muy bien elaborado anteriormente. La implicación de cada profesional que interviene es decisiva. Una vez la campaña publicitaria está terminada, continúa otro proceso, en el que se debe cuidar la imagen de la marca, su prestigio, su reputación.
Este pequeño comentario, que se lee en un minuto, a todos los profesionales que intervenimos en estos proyectos, invertimos muchas horas, se convierte en un gran despliegue de gente, de recursos, nuestra implicación, nuestro esfuerzo, porque amamos lo que hacemos y porque nuestros trabajos también nos representan, al final. Nosotros también nos jugamos nuestra reputación, no solamente está en juego la reputación de nuestros clientes.
Por no hablar de la cantidad de dinero que se ha invertido, habitualmente suelen ser sumas muy considerables.
Así que cuando vemos este tipo de situaciones, nos preguntamos para qué ha servido tanto esfuerzo, si después de todo, lo más simple de todo el proceso, como es colgar un cartel, o colocar la imagen en un soporte u objeto físico concreto, se hace mal, de cualquier manera y sin ser revisado.
Nosotros, los profesionales de nuestro sector en comunicación, ya hemos visto varias situaciones como éstas, y la verdad es que nos gustaría que se respetara nuestro trabajo, y ya de paso, se respetara el buen nombre de nuestros clientes.